opiniones de opinantes

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Wednesday, November 15, 2006

unos segundos


Un hombre paseba por el parque, cuando vió a una niña jugando con su muñeca.¿te gusta jugar con tu muñeca? preguntó. Ella le respondió: No ¿Luego porque juegas? le insistió el caminante. Porque a mi muñeca le agrada dijo la niña.
El hombre siguió andando y obsevó a un anciano que con una bolsita de granos, estaba rodeado de palomas, aunque solo les daba unos pocos, se quedó mirando, y un niño se acercó al anciano con su manita extendida, este le llenó la mano de granos que el niño repartió con las aves, al momento otro niño hizo lo mismo , el anciano repartía los granos con los niños y estos entre risas lo repartían a las palomas. Un último niño se acercó al grupo y el anciano le entregó la bolsa con los granos que quedaban. Hasta mañana chicos! hasta mañana Bartolomé! gritaron los niños. El anciano se levantó del banco y se marchó. El hombre le quedó mirando, luego aceleró el paso alcanzó al anciano y le dijo: le gustan las palomas eh? No, dijo el anciano, son sucias y traen enfermedades ¿y por que les da de comer?, yo no les doy les dan los niños. Si pero es usted quien les proporciona la comida. No es por ellas, contestó. Y entonces porque? A los niños les gusta es un pequeño ratito de alegría y compañerismo, aprenden a querer a los animales, ellos no saben que a mi no me gustan las palomas, pero ellos son felices ese pequeño momento y yo también. Mire, dijo el anciano, a veces debemos hacer pequeñas cosas que aunque no nos sean muy gratas hacen felices a los demás aunque sea un momento. Pero piense usted que la vida puede llevarlos por duros derroteros y que quizás en la cama de un hospital, en la soledad de una celda, en un país lejano, tendrán ese pequeño momento feliz a que aferrarse y los que como yo tienen suerte y aman y son amados, cada vez que recibe un beso de sus nietos o la caricia de un hijo, recuerda que usted tambien dió un ratito de alegría a gente desconocida, y esto le hace saborear mas el momento.
Todo esto lo recordaba un hombre muy enfermo en la triste cama de un hospital, abrió los ojos miró a su lado y sentada en una silla algo distante de su cama estaba su hija leyendo una revista, sin levantar los ojos hacia el. Cerró los ojos y pensó como te voy a pedir que aprietes mi mano, que me hagas una caricia, si yo nunca puse un grano en tu manita para las palomas, ni te acaricié tu pelo, ni te dije te quiero.
No te puedo pedir un minuto de tibieza en el corazón, cuando yo solo te di cosas materiales no te enseñé a amar a los animales ni a reír porque si.
Anciano desearía que estuvieras aquí aunque seguro que hace tiempo que partiste, no escuché tu lección, ni pensé en ella hasta este momento en que siento la mas terrible soledad
 
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