Sin humo

La semana pasada tuve que hacer una serie de tramites, salí muy temprano de casa y por lo tanto en ayunas.
Al finalizar los trámites que me llevaron casi toda la mañana, estaba famélica, entonces decidí hacer un alto y tomar un café con leche, y como ya esta en vigor la ley antitabaco, me dije muy ilusionada,iré a una cafetería "sin tabaco" y.. ahí comenzo mi calvario, recorri cafetería tras cafetería, un total de veintiseis, y todas tenian el cartelillo "se permite fumar ".
Yo ya no podía más, mi dedito pequeño del pie, con un callo y un sabañón, me estaba a matar, y ya " cuando mi cansancio y mi anemia se dibujaban ya tras mis ojeras violetas" como dice el tango, decidí entrar en la primera que encontrara, abrí la puerta y una nube de humo me " atacó".
Me deje caer en una silla en la mesita mas apartada que encontré. Cuando vino el camarero le pregunté ¿hay algun lugar para no fumadores? el hombre me miró desde arriba y dijo "este es un lugar para no fumadores! señora", no, no hable tan al..to quise decir, pero ya era tarde...todos los ojos se volvieron a mi , y sentí como si las miradas, me hicieran pequeños agujeros, y las narices y las bocas, me echaran el humo dentro.
Trate de leer mi libro y tomar mi café, pero el pecho empezó a silvarme despacito, luego mas fuerte, llamé al camarero, pero era el único que no me oía, cuando el silvido del pecho subió, me levanté y fuí hasta la barra;pedí al otro camarero la cuenta pero este me dijo:"ya le cobrara el otro" le expliqué que me sentía mal, entonces le grito al otro"eh, cobra aquí que dice que se siente mal!"
Los ojos se volvieron otra vez a mi, salí de allí con todos los ojos pegados a mi nuca; me pesaban, los pies ya se me habían calentado y el dedito picaba a rabiar, traté de coger una bocanada de aire, pero un camión parado en el semáforo me llenó de mas humo negro, sentí que me mareaba, busque mi ihnalador, me apoyé en una farola, para no caer. Ihnalé la medicina, cerré los ojos, me sentí algo mejor, entonces me dí cuenta de que mis lindos pantalones estaban mojados por la orina de los perros que usaban la farola para tal fin, sentí ganas de llorar.
Caminé por la acera y al llegar frente a un escaparate, me miré en el cristal y la imagen que me devolvió me espantó; mi pelo teñido de blanco, se había rizado por la humedad, y tenía un aspecto de "greñas", mi ojos hundidos, la palidez de mi cara, mis hombros caídos, ¡daba pena!.
Decidí volver a casa cuanto antes, pero al avanzar por la acera, pisé un excremento de perro medio blando que estaba "adornando" la acera. ay!mis botas de quinientos euros!! ¡¡y todo por querer tomar un café sin humo!!!